Qué opinan los nutricionistas sobre el bacon
Nuestra relación con el bacon es de amor-odio. Por una parte nos encanta su sabor salado y textura crujiente; y por otra nos preocupa que esta carne rica en grasas pueda ser perjudicial para nuestra salud. Por eso, hemos hablado con los expertos nutricionistas de nutricionistasantander.com para que nos saquen de dudas.
Hay muchos mitos sobre la nutrición y los alimentos. Averigüemos si la idea de que el tocino causa daño es uno de ellos.
Para poder analizarlo en profundidad, hay que saber la fuente, o cómo se hace el bacon. Existen diferentes tipos de bacon y el producto final puede variar de un fabricante a otro.
El bacon o tocino proviene del cerdo, aunque también se pueden encontrar productos similares como el bacon de pavo. Por lo general, el bacon pasa por un proceso de curación, durante el cual la carne se remoja en una solución de sal, nitratos y a veces azúcar. En la mayoría de los casos, el bacon se ahuma después.
La curación y el ahumado son formas de conservación de la carne, pero estos métodos de procesamiento también contribuyen al sabor característico del bacon y ayudan a preservar su color rojizo.
La adición de sal y nitratos evita el crecimiento de bacterias; por eso su vida útil es mucho más larga que la de otras piezas de cerdo frescas. El tocino, es por tanto, una carne procesada, pero la cantidad de procesamiento y los ingredientes utilizados varían de un fabricante a otro.
Valores nutricionales del bacon
Una porción de 100 gramos de bacon cocido contiene:
- 37 gramos de proteína animal de alta calidad
- Vitaminas B1, B2, B3, B5, B6 y B12
- 89% de las CDR de selenio
- 53% de las CDR de fósforo
- Cantidades decentes de los minerales hierro, magnesio, zinc y potasio
Sin embargo, hay que tener en cuenta que todos los nutrientes que se encuentran en el bacon también se pueden encontrar en otros productos de cerdo menos procesados.
La grasa, el mayor enemigo del bacon
Las grasas del bacon son aproximadamente 50% monoinsaturadas y una gran parte de ellas es ácido oleico. Este es el mismo ácido graso por el que el aceite de oliva es elogiado y generalmente considerado "saludable para el corazón".
Alrededor del 40% son grasas saturadas, acompañadas de una cantidad decente de colesterol. Y el 10% restante son grasas poliinsaturadas.
El colesterol presente en las carnes fue una gran preocupación en el pasado, pero los expertos ahora están de acuerdo en que tiene efectos menores sobre los niveles de colesterol en la sangre.
Sin embargo, los efectos de las grasas saturadas en la salud no están tan claros. Muchos profesionales de la salud están convencidos de que una alta ingesta de grasas saturadas es una de las principales causas de las enfermedades cardíacas.
Aunque un alto consumo de grasas saturadas puede aumentar ciertos factores de riesgo para padecer estas enfermedades cardíacas, los estudios no han revelado ninguna relación de peso entre el consumo de grasas saturadas y las enfermedades cardíacas.
Al final, los efectos de las grasas saturadas sobre la salud dependen del tipo de grasa saturada, la dieta y el estilo de vida general de las personas.
No debes preocuparte en demasía por el alto contenido de grasa del bacon, especialmente si tenemos en cuenta que el tamaño de una porción es menor de 100 gramos.
La sal, la segunda preocupación
La sal es el método de curación del bacon, por lo que su contenido es bastante elevado. El consumo de alimentos con alto contenido en sal se asocia a ciertos problemas de salud, como hipertensión arterial, retención de líquidos o incluso cáncer de estómago.
Aunque la presión arterial elevada es dañina a largo plazo, los estudios no han revelado una asociación de peso entre el consumo de sal y la muerte por enfermedad cardiaca.
Sin embargo, si tienes la presión arterial alta, considera limitar tu consumo de alimentos salados, incluyendo el bacon.
Nitratos, Nitritos y Nitrosaminas
Como hemos mencionado al principio, el bacon se sumerge en una solución de nitratos y nitritos, aditivos que ayudan a su conservación.
El problema con estos aditivos es que la cocción a altas temperaturas hace que formen compuestos llamados nitrosaminas, que son conocidos como carcinógenos.
Sin embargo, los antioxidantes como la vitamina C y el ácido eritórbico se añaden frecuentemente durante el proceso de curación; los cuales pueden reducir efectivamente el contenido de nitrosaminas del bacon al cocinarse.
El bacon de hoy en día contiene mucha menos nitrosamina que en el pasado, pero los nutricionistas siguen preocupados de que una ingesta elevada pueda aumentar el riesgo de cáncer.
Otros compuestos potencialmente nocivos
Otro de los peligros existentes es la formación de compuestos perjudiciales como hidrocarburos aromáticos policíclicos y aminas heterocíclicas (conocidos carcinógenos), al cocinar demasiado la carne.
Es necesario cocinar la carne para eliminar los posibles patógenos como bacterias, virus y parásitos. Pero hay que ser equilibrado para no pasarse. Necesitas cocinar la carne lo suficientemente bien, pero no demasiado.
Preocupación sobre la carne procesada
En las últimas décadas, las carnes rojas y procesadas han estado en el punto de mira de los nutricionistas y expertos en salud por sus efectos en la salud.
Se ha relacionado un alto consumo de carne procesada con cáncer, diabetes y enfermedades cardíacas. En concreto la carne procesada se ha asociado con cánceres de colon, de mama, de hígado y de pulmón.
A esto hay que sumarle que las personas que suelen comer mucha carne procesada, tienden a seguir un estilo de vida poco saludable en general. Son más propensos a fumar y no practican ejercicio regularmente.
El Resultado Final
Muchos estudios han relacionado los productos cárnicos procesados, como el bacon, con el cáncer y las enfermedades cardíacas. Todos ellos son estudios observacionales, que no pueden probar la causalidad. Sin embargo, sus resultados han sido bastante consistentes.
Al final del día, tienes que hacer tu propia elección y mirar el asunto objetivamente. Si crees que vale la pena arriesgarse a incluir bacon en tu vida, sigue una regla sencilla que se aplica a la mayoría de los productos procesados: la moderación es la clave.